Hace cinco años que empecé con mi primer blog “La
Chistera de Memphis” como un juego y una liberación al mismo tiempo. Mi idea de
la red y sus vericuetos era todavía inferior, si cabe, a la que tengo ahora y
la única pretensión era la de juntar pequeñas historias, historias mínimas, sin
necesidad de conexión alguna. Pequeños relatos, algún poema, comentarios
musicales… De alguna manera desnudar mis filias y mis fobias ante un público
nuevo y desconocido.
Curiosamente, el azaroso destino me ha puesto ahora,
un lustro después, y con algo más de idea de cómo funcionan las redes sociales,
el lector anónimo e impune y las buenas y malas consecuencias de la “ciber vida”,
me ha puesto el destino, digo, delante de este nuevo juego, de este nuevo truco
que he bautizado como La Isla Pirata.
Mi isla, mi isla urbanita llena de noche y de blues,
estará repleta de perfiles verdaderos y otros falsos, de lugares ficticios o
verificables, de habitantes reales e irreales que pulularán a sus anchas por
esta ciudad, que como todas, es pirata. Muy pirata... Tesoros en forma de
descubrimientos musicales, rutas que trazarán el camino al mejor de los tugurios,
armonías y notas asonantes tras ver una película… Habitantes varios de mi isla jugarán
en este mapa que pretende cruzar la ficción con la realidad como en el mejor o
peor de los sueños de un hipocondríaco.
Aquí beberán bien, fumarán mejor, caminarán por
paisajes múltiples y conocerán variopintos personajes…
¡Sean bienvenidos! ¡El sello en sus pasaporte es de
tinta azul. Hagan cuaderno de viaje y disfruten de La Isla Pirata!